El verdadero significado de ver un Jaguar
“La abuela”, una jaguar hembra que no se había visto en casi 10 años, hizo una aparición esperanzadora en las afueras del Ejido de Munihuaza, en Sonora, México.
Los habitantes del Ejido de Munihuaza hacía mucho tiempo que no veían jaguares en sus tierras. El aumento del ganado y el pastoreo al aire libre en la zona había reducido significativamente el hábitat del jaguar debido al conflicto continuo entre el animal y los ganaderos que actúan por temor a que el felino cazara a su ganado.
“Es falta de conciencia comunitaria”,dice Gilberto Díaz, técnico de Naturaleza y Cultura en México, “existe desconocimiento sobre la importancia de cuidar el hábitat del jaguar, ya que su supervivencia está íntimamente relacionada a la integridad del ecosistema”, señala.
El Ejido de Munihuaza se encuentra en el área protegida Sierra de Álamos-Río Cuchujaqui, en el noroeste de México. Allí, el matorral espinoso, los bosques de pino y encino y la vegetación de ribera se entremezclan, creando un excelente corredor de biodiversidad que alberga cientos de especies de flora y fauna, entre ellas el jaguar y otros felinos como el puma y el ocelote.
Así, en un esfuerzo por proteger el corredor más norteño del hábitat del jaguar, Naturaleza y Cultura Internacional se sumó a "Borderlands Linkages Initiative”, un proyecto liderado por Wildlands Network que involucró a ocho organizaciones de México y Estados Unidos en actividades de monitoreo del jaguar y de evaluación de necesidades de restauración en la región de Sonora.
Naturaleza y Cultura eligió al Ejido de Munihuaza, por ser colindante con la Reserva Monte Mojino, área privada de la organización, y porque representaba una oportunidad para colaborar con la comunidad en proyectos comunitarios con enfoque ambiental. “Para nosotros era fundamental que miembros del mismo Ejido participaran en las actividades”, cuenta Gilberto. Así fue como, él, y Anselmo Palomares, Alejo Palomares y José Bojórquez formaron el equipo de monitoreo y trabajaron juntos desde agosto de 2021 a abril de 2022 en la capacitación, instalación y mantenimiento de cámaras trampa para visibilizar al mítico jaguar.

En total, instalaron 22 cámaras trampa que cubrían el 90% del Ejido. Para la ubicación de las estaciones de monitoreo, el equipo reconocía el área, la limpiaba y ubicaba cada cámara estratégicamente para evitar en lo posible “imágenes basura”, es decir, fotos activadas por el viento, hojas, etc. Díaz resalta que, aunque era la primera vez que José, Anselmo y Alejo realizaban monitoreo de vida silvestre, se apropiaron de la actividad. “Ideaban formas para asegurar el funcionamiento de las cámaras trampa, como caminar al estilo del jaguar”, dice.

El trabajo de instalación fue arduo, no sólo por la topografía irregular de la región que va desde los 4,000 msnm hasta los XNUMX msnm, sino también por la temporada de verano. “Trabajábamos de 5 de la mañana al medio día y de tres de la tarde a 3 de la tarde, evitando las horas más calientes”, menciona Díaz. También se ayudaban de mulas para poder recorrer largas distancias y alcanzar los objetivos del día. Gilberto recuerda cálidamente que, las familias de la comunidad le hicieron sentir como en casa, ofreciéndole hospedaje y alimentación cuando las jornadas no le permitían volver a casa.
Ahora solo quedaba esperar. Los guardaparques debían monitorear periódicamente cada una de las estaciones de monitoreo, revisar el registro fotográfico de las cámaras, descargarlo, borrarlo antes de volver a instalar las cámaras. Cada uno de ellos recibió una compensación económica por esta actividad como un aporte para mejorar su situación familiar. “Se nota el apoyo en la mesa”, dijo uno de ellos, “este apoyo nos permite comprar gas”, añadió otro.
Pasaron los meses y el jaguar no aparecía en la imagen. Vieron, entre otras especies, venados, pumas, ardillas y muchas vacas, pero en las grabaciones no aparecían las características manchas negras del felino. Todos los días de monitoreo, el equipo buscó con entusiasmo al jaguar, pero a medida que se acercaba el cierre del proyecto, aún no aparecía. No fue hasta el último turno que la vieron, en una de las cámaras ubicadas en la zona mejor conservada de Ejido.

Con las muestras, la Reserva Jaguar del Norte confirmó que no sólo se trataba de un jaguar, sino que era la segunda hembra más longeva registrada en la región, un individuo que no había sido visto en la zona desde 2013. “Ver un jaguar es muy importante, ya que es indicador de un ecosistema sano. Pero ver un jaguar hembra es esperanzador, ya que significa que es posible la reproducción”, La gente de la comunidad recibió la noticia con emoción y acordaron colectivamente nombrarla "la abuela", como símbolo de sabiduría y esperanza para la comunidad.
Gracias al monitoreo de la especie, la comunidad del Ejido de Munihuaza entendió la importancia de proteger el hábitat de especies como el jaguar. Pero el esfuerzo debe continuar, como menciona Díaz, “Es fundamental fortalecer las estrategias de monitoreo y difundir la información para que la gente de las comunidades se apropie y cuide de lo suyo”, porque “la conservación no es sólo proteger el hábitat, sino también el entorno social”, concluye.
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El verdadero significado de ver un jaguar es la primera de una serie de historias que produciremos mensualmente para dar a conocer una especie emblemática de flora y/o fauna que habita en los ecosistemas que como NCI buscamos proteger en México.
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