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Los Maijuna: en búsqueda de la identidad cultural de los hijos de la Luna

19/10/2023

Area Estratégica: Personas -
Tipo de Contenido: Blog
País: Perú -

Desde la época del Virreinato español hasta luego de la llegada de los crueles caucheros, la población indígena maijuna siempre vivió migrando forzadamente hacia territorio peruano. En la actualidad, los pocos maestros maijunas luchan por rescatar sus saberes ancestrales del olvido y su territorio de una carretera no consultada. Naturaleza y Cultura Internacional los está apoyando en ese largo camino. De acuerdo a información del Ministerio de Cultura, la etnia Maijuna tiene una población estimada de 278 personas a lo largo de todas sus comunidades en el Perú. 

Por: Milton López Tarabochia

Cada vez que un sabio maijuna cuenta la historia de su pueblo, recuerda que siempre estuvieron huyendo de algo: primero, en el siglo XVII, de las encomiendas españolas; luego, con el ingreso de los primeros misioneros católicos, fueron migrando forzadamente desde los bosques de Brasil y Colombia hasta territorio peruano, de acuerdo con información de la antropóloga estudiosa de los Maijuna, la francesa Irene Bellier. Finalmente, los caucheros terminaron por someterlos para la extracción y transporte del látex más preciado en Europa a finales del siglo XIX e inicios del XX.

La esclavitud a la que los maijunas fueron sometidos durante la “fiebre del caucho” diezmó su población que en un inicio alcanzó las 16 000 personas (solo en el bajo Río Napo, según testimonios jesuitas) hasta niveles cercanos a la extinción en el presente. Según el último censo nacional (2017) solo 197 personas en todo el Perú se han autoidentificado como parte de la etnia Maijuna.

“Todos salimos de La Chorrera (Colombia) y migramos para acá (Perú) por el caucho”, dice protegido bajo la sombra de su maloka, Liberato Mussolini Mujica, quien ahora no es solo uno de los últimos sabios Maijuna, sino también profesor de la lengua originaria Maijɨki, idioma que es testimonio vivo de los últimos sobrevivientes de su pueblo.

“Don Liberato”, maestro maijuna, saluda desde el puesto de vigilancia comunal de la Comunidad Nativa de Nueva Vida. Créditos: Milton L. Tarabochia

El grado de vulnerabilidad en la que se encuentra el pueblo indígena es tal que solo 121 personas en todo el territorio nacional declaran tener el idioma Maijuna como lengua materna, en otras palabras, representan el 0,002% del total de población que habla lenguas originarias del Perú.

“Don Liberato”, como se le conoce popularmente, es natural de la Comunidad Nativa de Puerto Huamán, pero vive en la comunidad vecina, Nueva Vida. “Como Maijuna queremos un desarrollo de nuestra cultura porque los niños no saben nada, además no hablan nuestro idioma. Los docentes no les enseñan nuestra cultura”, cuenta mientras observa a los jóvenes de su comunidad jugar fútbol debajo del sol abrasador que caracteriza al clima tropical de la cuenca del río Napo. 

El idioma Maijɨki, pertenece a la familia lingüística Tucano. Según el Ministerio de la Educación, debido a su nula transmisión a generaciones más jóvenes “es una lengua en serio peligro de extinguirse”. En la actualidad, el pueblo Maijuna cuenta con 3 intérpretes y traductores registrados en el Ministerio de Cultura (Mincul).

Los hijos de Maineno

“Maiji es la luna, y juna, somos nosotros, la población, indica pluralidad. Todos hemos venido de la Luna, por eso decimos que nuestro dios es la Luna. La Luna era antes un ser humano como nosotros”, explica el sabio Liberato Mussolini.

En una reunión pasada del 18 de setiembre junto a otros sabios de otras etnias indígenas de la región de Loreto, Don Liberato expuso que para ellos el territorio indígena es cielo, tierra y agua, todo es un espacio integrado. “Antiguamente la tierra era de los Maijuna y lo es hasta ahora”, agrega el maestro. Los Maijuna dicen provenir de un gran héroe, Maineno, quien encarna a su héroe cultural primordial, La Luna. Dicho personaje de la mitología maijuna compartió con sus ancestros conocimientos sobre cultivo de plantas y demás artes, según el primer tomo del libro “El temblor y la luna. Ensayos sobre las relaciones entre las mujeres y los hombres mai huna” de la antropóloga Irene Bellier.

Don Liberato recuerda que antiguamente los sabios tenían un rol espiritual y político en la sociedad Maijuna, la cual no vivía en las riberas de los ríos, como en la actualidad, sino que habitaba las zonas interfluviales. En ese entonces, su dieta alimenticia consistía en carne en su mayoría. Los maijuna cazaban con lanza en el monte boscoso y pescaban con anzuelos y barbasco.

“Los maijunas nunca vivían en el río. Siempre en las cuencas de las quebradas. No tenían chacra al inicio, no tenían hacha. Hacían caer los árboles y luego en ese desmonte hacían huertos”, complementa el maestro.

En el presente, las autoridades maijunas son elegidas mediante elecciones democráticas en una asamblea comunal. La Federación de Comunidades Nativas Maijunas (FECONAMAI) es la organización que reúne a las 4 comunidades nativas de dicho pueblo. Hablamos de las comunidades nativas Sucusari, Nueva Vida, Puerto Huamán y San Pablo de Totolla, las cuales se encuentran a lo largo del río Napo. La población total en las comunidades del pueblo Maijuna se calcula en 278 personas.

Río Napo, principal acceso para el ingreso al territorio histórico del pueblo maijuna. Créditos: Milton L. Tarabochia

Si bien la administración del poder en los Maijuna ha cambiado con el pasar de los años, su devoción por la protección de su territorio se mantiene intacta. Tanto así que su etnia, junto al pueblo kichwa, fueron protagonistas del primer proceso de Consulta Previa a pueblos originarios, en donde los pueblos mencionados dieron su opinión favorable en el 2015 para la creación del Área de Conservación Regional Maijuna Kichwa.

Sin embargo, cuando el pueblo Maijuna se empoderó de su espacio al lograr crear el ACR, también empezaron a darse cuenta de los grandes retos que debían afrontar para mantener su territorio protegido. Por ejemplo, existe la carretera Bellavista-Mazán-Salvador-El Estrecho, la cual tiene 188 kilómetros de extensión. Su tramo II atravesaría el medio del ACR, e incluso afectaría el territorio de otra comunidad maijuna, San Pablo de Totolla, la cual ya tiene presencia de mineros y taladores ilegales, según Don Liberato. En ningún momento se sometió el proyecto de la carretera a la consulta previa de las comunidades afectadas.

Un futuro para los Maijuna

El área de conservación señalada no solo se caracteriza por resguardar un total de 391,039.82 ha, sino por interconectar las áreas naturales protegidas entre los ríos Napo y Putumayo, según información del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP).

La mencionada ACR además permite el desarrollo de actividades productivas beneficiosas para las comunidades indígenas. “Se han identificado recursos potenciales de acuerdo a las principales actividades realizadas por comunidades maijunas y kichwas, establecidas en zona de influencia del ACR Maijuna Kichwa. Estos recursos son: carne de monte, chambira (artesanías) y madera dura (productos utilitarios)”, precisa el ecólogo Eduardo Morales, Técnico de Campo de Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), quien visita constantemente las comunidades maijunas.

Eduardo Morales, técnico de NCI, registra inscripciones de nuevos miembros a una asociación de productores indígenas. Créditos: Milton L. Tarabochia

Actualmente las comunidades de la etnia maijuna están en proceso de formalización a partir de la elaboración de documentos y herramientas de gestión, lo cual permitirá a los comuneros y comuneras el aprovechamiento sostenible y la generación de ingresos económicos.

Don Liberato no solo desea que el pueblo Maijuna crezca económicamente, sino en su memoria histórica. “Construyamos una casita para enseñar a niños y adultos, para el que quiera aprender nuestra cultura. Quiero dejar mi sabiduría antes de que me vaya a la otra parte. Todo: cantos, leyendas, mitos, relatos, porque alguien debe tener ese conocimiento para el futuro. Una casa museo”.

Integrantes de asociaciones productivas maijunas junto al equipo de NCI, Eduardo Morales (izquierda) y Bruno Tuesta (derecha). Créditos: Milton L. Tarabochia

La casa museo no solo exhibiría el patrimonio histórico de los Maijuna (vestimenta, objetos rituales, utensilios, entre otros), sino también su patrimonio inmaterial como sus historias y ceremonias. “Yo preparo ayahuasca, tomo y comienzo a cantar. Todos cantamos y sale bonito. Pero si no cantamos juntos, voy a cantar yo solito y eso no está bien”, enfatiza el maestro Liberato.